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7 – El bombo que no suena

«El movimiento circular de los planetas provoca un susurro musical en el éter».

El móvil le tiene reservada una llamada perdida de un número desconocido que no piensa responder, y una buena batería de WhatsApp.

Pasa de largo por unos cuantos grupos inútiles que nunca se decide a abandonar y encuentra tres líneas de conversación que merecen algo de atención. Angelito le ha dedicado tres audios matutinos, que inmediatamente pasan a la cola de la lista VIP.

Helena “Helen”, siempre tan empática, le regala una foto de un cielo denso y gris, por el que se cuela un chorro de luz dorada que acaricia el mar. Reconoce la fuerza del Atlántico, y casi puede empezar a recrearse con el ruido de las olas que llegan y lo arrastran todo, incluida esa espesura mental.

“La luz más brillante se refleja en los lugares más profundos y oscuros”. ✨

“Buenos días Helen, disfruta del espectáculo, nos vemos pronto” .

La verdad es que el recuerdo de un albariño observando la barruxeira fundirse con el mar junto a su amiga, se convierte en el primer destello de la mañana. Desde los once años, Helena se había convertido en su más fiel compañera de existencia. Ella nunca le llamaba amigo, siempre compañero, y es cierto que su relación se basaba en la mejor compañía para los mejores momentos.

Solo por culpa de una persona como Helena podía haber conocido a un especimen como Lucía. Como si fueran parte de la misma canción, parecía que compartían un lenguaje especial, del que él cada vez se sentía más ajeno… Quizá nunca llegó a entenderlo.

Además del cálido mensaje de Helena, tiene otro del mismo número desconocido que aparecía en la llamada perdida.

¿Alguna vez has escuchado el bombo que no suena?

«¿Cómo?» – Contesta instintivamente. Tras unos segundos de reflexión, decide acompañarlo de un “Perdona no tengo tu número. ¿Quién eres?”

Aprovecha la carrerilla para ponerse al día con Ángel… Detesta las notas de voz, se lo ha dicho mil veces. Aleja el móvil lo justo como para mantener una distancia de seguridad pero poder identificar las palabras clave. A las 14h, El Olimpo… entrevista. ¿Entrevista?

Piensa en volver a escuchar pero su subconsciente descarta la idea sin consultar. Las 12:21. Ya no le da tiempo a sentarse en el estudio, en apenas una hora solo conseguiría estresarse. Quizá podría dejar que sea el oído el que, por fin, apague todo ese ruido interno y empiece a calentar motores…

A los pies de la estantería están las nuevas adquisiciones de la última remesa de Puma. Juntos, en el sofá, separados del resto, parecen haberse acomodado dos discos, como dos buenos amigos que comparten una espera. Con un rápido movimiento mental, esquiva la posibilidad de dejar sonar “Finest Dream”; pero sí se deja seducir por el caramelo de Puma, el “aquella señorita vestida de morado”, aunque no puede evitar sentirse ligeramente intimidado.

La verdad es que es un temazo. Le viene muy bien el fichaje, un poco de color para aquellas sesiones que últimamente se engrisecían demasiado. Nunca viene mal un poco de brisa, de atardecer… de tierra. Demasiado tiempo sumido en un incierto espacio, cada vez con menos estrellas. Corren malos tiempos para la poesía…

 Y una media sonrisa iluminada despeja, al fin, su cara.

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