«Las almas de los grandes músicos regresan a la orilla tras la muerte, se bañan en las olas y son purificadas con las aguas cristalinas que rodean al Templo de la Música».
Una masa enorme de agua, parece que está quieta, pero se mueve… O al revés. Apenas distingue dónde acaba el agua y dónde empieza el aire, tan húmedo, tan denso, tan envolvente… Tan sonoro. Una escena sin principio ni fin, en la que no sabe qué lugar ocupa. Mira pero no se encuentra. Y entonces empieza a caer.
Todos y cada uno de sus músculos se contraen en un espasmo mientras un sonido punzante electrifica su mente. Abre los ojos, alentado por el regreso del silencio. Una luz blanquecina empuja sus ansias contra la persiana. No la ve, pero lo sabe. De nuevo ese sonido… ¿El maldito teléfono? Nadie llama al teléfono de casa, ni siquiera tendría que existir.
Mientras el agua gélida del grifo del baño oculta su cara, el ruido intruso vuelve a irrumpir. Cualquier sonido de más puede estropear una buena base.
– ¿Diga?
– ¡Vic!
– ¿Mamá? ¿Qué pasa?
– ¡Vic! ¿Qué pasó? – Pinchazo mental. – ¿Cómo estás, hijo?
– Bien, claro… ¿por qué?
– ¿Cómo por qué?
– Me has asustado Ma… ¿ha pasado algo?
– ¿Te asusta que te llame tu Ma?
Joder, ¿por qué se empeñan en empujar su mente a los confines del absurdo? Quizá el cable de su amplificador esté cada vez más pelado.
– No, Ma, pero siempre hablamos por el móvil…
– Hijo, si tú y yo ya no hablamos… ¿con qué andas?
– Como siempre Ma, trabajando.
– Ya… ¿y qué más?
– Estoy haciendo música nueva, seguramente prepare un álbum.
– ¡Qué bueno! Pero eso es trabajo, ¿no?
Silencio.
– ¿Vas a tener tiempo para el homenaje?
Silencio.
Siete años, siete homenajes. Una vez más. Él siempre está presente, pero en su cabeza solo marca su ausencia. Sus frases perennes parecen señalar verdades que nunca comprenderá; los ecos de la sabiduría de toda una vida dedicada al estudio de la musicología, o como él solía explicar, la comprensión del universo a través de la música.
“Para el músico, la armonía es una metáfora. Para el filósofo, la música es una metáfora de la armonía que sustenta el universo”.
Un sinfín de teorías abstractas, difícilmente encajables entre un bombo y una caja.
– ¿Hijo… sigues ahí? Tienes que venir a verme, hay mil cosas que organizar. El sábado viene tu hermana con los niños, no puedes faltar ¿eh? Por cierto… ¿hablaste últimamente con Lucía?
Otra vez Lucía… de noche y de día.