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Epílogo – La Melodía Perfecta

«Cada Alma lleva impresa una melodía marcada por la vibración de los astros en el momento exacto del nacimiento».

La luz. La más inmensa, intensa y cálida luz. La despedida, el tránsito, la evolución. El instante. El sonido más profundo, expansivo y poderoso que ha escuchado nunca, ese grito. Y el más puro y armonioso, ese llanto…

11/11/22, las 22:11. Huele a sangre, amor y vida, y está caliente. Es real, la definición más pura de realidad, y la más divina expresión de la magia. Todavía está unido a ella, son parte de la misma esencia, pero ya son dos, o mejor dicho, ya son tres. Amor multiplicado hasta el infinito.

La visión se nubla, y la escena se empapa, se diluye, se escapa… Pero no, esta vez no, no va a despertar. Porque ya está despierto, y entre su sueño y sus ojos abiertos solo hay lágrimas que se rinden a la experiencia de ver nacer a una parte de su ser, que solo ella podía alumbrar.

Y se hace el silencio. El amor les eleva, para que solo ellos puedan escuchar el momento. Todo el universo vibrando dentro de un solo momento.

Y entonces llega, sublime, el susurro de las musas:

«La melodía perfecta”.

1 comentario en “Epílogo – La Melodía Perfecta”

  1. Muy bueno el relato, intimista, subjetivo, místico.
    La música tecno es como el latido, el tempo, en el que se desenvuelven las emociones
    La narración me remite al relato de Cortázar:
    “ Me acuerdo en Nueva York, una noche… …una noche estábamos con Miles y Hal… llevábamos yo creo que una hora dándole a lo mismo, solos, tan felices… Miles
    tocó algo tan hermoso que casi me tira de la silla, y entonces me largué, cerré los ojos, volaba. Bruno, te juro que volaba… Me oía como si desde un sitio lejanísimo
    pero dentro de mí mismo, al lado de mí mismo, alguien estuviera de pie… No exactamente alguien… No era alguien, uno busca comparaciones… Era la seguridad, el encuentro, como en algunos
    sueños, ¿no te parece?, cuando todo está resuelto… …todo va dulce como una bola de billar. Y lo que había a mi lado era como yo mismo pero sin ocupar ningún
    sitio, sin estar en Nueva York, y sobre todo sin tiempo, sin que después… sin que
    hubiera después… Por un rato no hubo más que siempre… Y yo no sabía que era mentira, que eso ocurría porque estaba perdido en la música, y que apenas acabara
    de tocar, porque al fin y al cabo alguna vez tenía que dejar que el pobre Hal se quitara las ganas en el piano, en ese mismo instante me caería de cabeza en mí
    mismo…
    …Sobre todo no acepto a tu Dios −murmura Johnny−. No me vengas con eso, no lo permito. Y si realmente está del otro lado de la puerta, maldito si me importa.
    No tiene ningún mérito pasar al otro lado porque él te abra la puerta. Desfondarla a
    patadas, eso sí. Romperla a puñetazos, eyacular contra la puerta, mear un día entero contra la puerta. Aquella vez en Nueva York yo creo que abrí la puerta con mi música, hasta que tuve que parar y entonces el maldito me la cerró en la cara nada más que porque no le he rezado nunca, porque no le voy a rezar nunca, por que no quiero saber nada con ese portero de librea, ese abridor de puertas a cambio de una propina, ese… “
    DE EL PERSEGUIDOR DE JULIO CORTÁZAR
    ⭐⭐⭐⭐

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